“Discursos transversales”, nuevo libro de Erick Blandón, será presentado este viernes 25 de noviembre a las 6 p.m. en el auditorio de la Biblioteca “Roberto Incer Barquero” del Banco Central
Por Erick Aguirre.
Tomado de El Nuevo Diario el 19 de nov. de 2011.
El Banco Central de Nicaragua acaba de publicar un nuevo libro de ensayos de Erick Blandón: “Discursos transversales. La recepción de Rubén Darío en Nicaragua”; un texto que nos da, no sólo señales, sino pautas muy bien delineadas para una nueva forma de pensar o concebir a Rubén Darío como intelectual y como figura emblemática en la historia y la literatura de Nicaragua.
Si se quiere, este libro plantea una forma más radical de enfrentar o interpretar críticamente al intelectual plenamente moderno que fue y sigue siendo Rubén Darío, pues, como el mismo autor lo postula, por más que las visiones y discursos establecidos parezcan muy arraigados, más temprano que tarde han de producirse otras formas de recepción que generen una nueva perspectiva y un nuevo discurso capaz de reconocer al escritor nicaragüense como un intelectual de múltiples rasgos y perspectivas saludablemente variables y simultáneas.
Según lo expresó el mismo Blandón a este cronista, “se trata, por un lado, de una aproximación genealógica que busca en el origen a un Rubén Darío múltiple, en los variados personajes que él mismo construyó siguiendo diferentes guiones, según fueran los escenarios en que debió actuar; pero también al Darío que esculpieron en piedra sus receptores, convirtiéndolo en paradigma de una identidad nacional excluyente”.
-¿Suscribirías la afirmación de que “Discursos transversales” es hasta ahora la propuesta más radical para interpretar críticamente a Darío?
“No estoy seguro de que yo pueda suscribir esa valoración. Simplemente parto de lo que denomino la violencia epistémica en la que se formó el adolescente Félix Rubén García Sarmiento, cuando en Nicaragua se estaban fundando las bases de la modernidad capitalista, mediante el exterminio de las castas indígenas y sus culturas orales, y cuando se entronizaba la cultura escrituraria con la imposición de patrones europeos. Es la denominada lucha de la Civilización contra la Barbarie, que dejó como saldo centenares de indígenas muertos, y el despojo de sus tierras comunales. Trato de visualizar, en aquella tensión étnica, el lugar desde el que se pronuncia el joven de catorce años, quien por entonces empieza a llamarse Rubén Darío. Visualizo su relación difícil y contradictoria, desde entonces, con el poder que por un lado lo atrae y por otro lo ultraja, una constante que no cesa hasta su muerte”.
Según Blandón, en este libro ha tratado de inferir, en el momento de la recepción de la obra de Darío, las ideas, intereses, posicionamiento y horizontes de quienes hacen esa lectura o recepción, después de la década del veinte. “Ahí se identifica un nuevo capítulo de violencia epistémica”, afirma.
“Es cuando los jóvenes reaccionarios del Movimiento de Vanguardia postulan el retorno al régimen colonial con todas sus implicaciones políticas y culturales, dentro de un proyecto mayor: la reconstrucción del Imperio Español bajo las banderas del falangismo. De nuevo ondean las divisas de la Civilización versus Barbarie, pero ahora desde una perspectiva anti-moderna. Con esa impronta fascista, los muchachos del Movimiento de Vanguardia fundan los cimientos ideológicos de la dictadura militar en el país”.
Para Blandón, esa tradición crítica ha estado vigente hasta hoy. “Las formulaciones que sobre el pensamiento cultural y las ideas políticas de Darío hicieron en su juventud, entre otros, Pablo Antonio Cuadra y Julio Ycaza Tigerino, son las bases sobre las que se ha construido el canon cultural en Nicaragua, y el que se repite con apenas tenues actualizaciones. Si acaso hay algo nuevo, son variaciones de esos discursos. Por ejemplo, el de René Schick en 1966, o el de Edgardo Buitrago en esa misma década, lo demás ha sido tautología llana sobre el mestizaje, la identidad nacional, y otros discursos, que ya son piezas del museo de las ideas; porque, como casi todo lo que produjeron las vanguardias de entre guerras, tanto en Europa como en América Latina, los discursos de los años veinte y treinta de los vanguardistas nicaragüenses, no resisten el aire del tiempo. Ojo, me estoy refiriendo a la crítica cultural que ha estudiado las ideas de Darío, no a la filología”.
Y es que, la visión de Darío que Blandón propone, se aleja ex profeso de cualquiera de sus interpretaciones
tradicionales, aquellas limitadas a lo binario euro-americano, a la dicotomía occidental/no-occidental o civilización versus barbarie: provincia-metrópoli, centro-periferia, prosa-verso, indio-mestizo, masculino-femenino; y trata más bien de desmarcarse hacia una recepción que, según sus palabras, “respete la dignidad de las otras etnias, credos o descreencias, géneros y sexualidades negadas por la racionalidad que entronizó el mestizaje como identidad nacional”.
“Es que yo pienso –agrega Blandón- que lo que se ha impuesto en Nicaragua es una literatura hermenéutica que no interroga, que no duda, que se quedó estancada en esa construcción fascista de los vanguardistas...”
Por otra parte, el mismo autor de “Discursos transversales” admite que su nuevo libro es también una continuidad de las reflexiones críticas iniciadas con el libro “Barroco descalzo”, constituido por las tesis argumentales con las que obtuvo el grado de PhD en la Universidad de Pittsburgh, y donde en efecto se encuentra, en el cuarto capítulo, la raíz de sus propuestas de aproximación y recepción de Rubén Darío a la luz de nuestros tiempos.
Ese cuarto capítulo parecía iniciar una “cirugía estética” sobre la figura y obra de Rubén Darío, cuya práctica se prolonga ahora con amplitud en “Discursos transversales”, donde Blandón se ha dedicado, con mayor detenimiento y luego de una ardua investigación, a tratar de distinguir entre los distintos discursos intelectuales acerca de nuestro mestizaje, contraponiéndolos con la visión de Darío sobre sí mismo y sobre su identidad en el marco de la modernidad. Pero él no está completamente de acuerdo en ser el iniciador de esa operación...
“No, yo no la inicié –asegura-. Sólo pongo en evidencia lo que hicieron sus enterradores con su obra y subjetividad cuando sus restos mortales aún estaban insepultos. Fue una retórica del sermón que devino hagiografía, para convertir a Darío en un nuevo sujeto de culto del santoral nicaragüense. Y no quiero decir, de ninguna manera, que Darío no sea merecedor de nuestro orgullo, al contrario; sino que al convertirlo en santo patrono se le despojó de todo cuanto era él, transformándolo en una intocable reliquia sagrada, de la que se han erigido en mayordomos quienes se proclaman guardadores de la tradición. Ni más ni menos como ocurre con los santos patronos y sus cofradías en los pueblos. La violencia epistémica fundacional perdura, y la podemos ver en las reacciones viscerales que se producen cuando aquí o allá aparecen valoraciones o ficciones que contradicen la lectura ortodoxa de Rubén Darío. Esa intolerancia es parte de la misma violencia epistémica. Se ha llegado a un punto en que se sataniza a quienes ya Darío no gusta ni dice nada, de manera que muchos temen opinar en público”.
-¿Este nuevo libro es un enfoque crítico más integral del Darío-Intelectual-Moderno, o es una continuidad de las tesis propuestas en ese capítulo de “Barroco...”?
“En Barroco descalzo está la semilla de este estudio que indaga las motivaciones políticas de los poderes reales y simbólicos para apropiarse de la figura de Darío y distorsionar su obra. Ese continuo, como te dije antes, no está exento de contradicciones y manipulaciones. Aquí trato no sólo de explicar cómo fue posible que se hiciera hablar a Darío desde un lugar de enunciación fascista, sino que pongo en relieve la persistente voluntad modernizante, que con relación a Nicaragua tuvo siempre presente desde su función de periodista; y cómo y porqué fue encubierta esa dimensión modernizadora para producir un Darío conservador y pasatista, más próximo a los reaccionarios que integraban la Generación del 98 en España, a los que él opuso como solución para la catastrófica situación española, una apertura a la modernidad económica y cultural. En suma, aquí explico la obsesión vanguardista para borrar de Darío su impronta liberal y modernizante”.
-En “Barroco...” vinculabas a Darío a un proceso que si mal no recuerdo llamabas de “monumentalización” de su figura... Este nuevo libro parece más concentrado en vincularlo o contraponerlo al discurso intelectual del mestizaje, ¿me equivoco?
“Profundizo aquí en las causas de la monumentalización, de la cual la poética del mestizaje es central en el discurso canónico nicaragüense; pues convierte a Darío en un paradigma del mestizaje; y se le asigna, como identidad, una categoría que realmente él nunca reivindicó para sí; un parangón racista, el del mestizaje, que no sirve como metodología para estudiar los procesos culturales”.
Con documentación profusa y agudas argumentaciones, en este libro Blandón bosqueja las difíciles relaciones del gran escritor nicaragüense con su propio país de origen, y nos muestra contundentemente la importancia que la recepción de su obra, pero sobre todo de su figura, ha tenido en la construcción de los discursos de nacionalidad y de identidad cultural.
-¿Como definirías, a la luz de tu nuevo libro, la cadena de relaciones de Darío con los “poderes reales y simbólicos” (como vos mismo los llamás) de su propio país?
“Darío siempre trató de poner y puso el prestigio de su nombre en beneficio de Nicaragua, los poderes reales y simbólicos fueron reticentes con él, lo ningunearon en vida; y si algo hicieron por él fue servirle de sepultureros. En vez de pagarle lo que le adeudaban por sus servicios diplomáticos, de lo que se preocuparon fue de que viniera a morir aquí; no de que pudiera, con ese dinero ir a tratarse médicamente a la Argentina. Una vez que lo tuvieron por la fuerza en Nicaragua, lo hicieron objeto de torpes y tormentosas experimentaciones. Y ya muerto, se dieron a la tarea de disciplinar su obra y figura para apuntalar el proceso de la regeneración conservadora, que él rechazaba”.
-¿Creés que en Nicaragua ya existen o llegarán a existir otras formas de recepción o de acercamiento crítico capaces de reconocer a Darío como un intelectual de múltiples rasgos y perspectivas?
“Claro que sí, y no sólo de Darío sino del Modernismo en Centroamérica, un campo ignorado por la academia metropolitana, que lo ha estudiado en relación a las grandes capitales de la lengua. Entre nosotros, quizá un ejemplo de una recepción nueva es el valioso estudio de próxima aparición de Leonel Delgado Aburto: “Cartografías del yo, escritura autobiográfica y modernidad en Centroamérica, del Modernismo al testimonio”. Es un espacio que se viene abriendo campo desde diferentes perspectivas, en la que están inmersos varios estudiosos no sólo en el país. En se sentido es invaluable el trabajo que está realizando desde Alemania Günther Schmigalle, cuyas ediciones críticas de las crónicas de Darío están arrojando nuevas luces desde horizontes más anchos, que nos muestran a un Darío incómodo con Paris, sensible a las violentas desigualdades que producen la modernidad, el colonialismo en África o el exterminio de los pueblos de la llanura argentina. Schmigalle pudo también ver cómo Ycaza Tigerino casi convierte a Darío en militante de los años treinta de las Falanges de José Antonio Primo de Rivera o de Francisco Franco; porque Schmigalle no se limita a desempolvar y fotocopiar viejos documentos, sino que hace la labor de un arqueólogo de las ideas que, como Foucault, describe los círculos que rodean las obras y las interfieren, las compara con cuanto no son ellas, y las actualiza en su contexto, desde una perspectiva geopolítica”.
Con “Discursos transversales” Blandón ha completado, en efecto, la genealogía cultural de un nuevo discurso crítico sobre Rubén Darío, cuya esencia nos muestra que el proyecto intelectual del escritor nicaragüense nunca ha estado limitado a lo local, a lo simplemente nacional, y que está fuertemente asentado en una amplia, múltiple y simultánea visión de localidad y modernidad. Es más, me parece percibir una insistencia en su libro: la de demostrar que el proyecto intelectual de Darío fue más amplio o múltiple que el que han mostrado sus receptores en Nicaragua...
-¿Te parece, en realidad, que la visión intelectual de Darío siempre fue simultáneamente local y moderna?
“Es que siendo un tributario del pensamiento de la Ilustración, Darío no concebía la nacionalidad fuera de los parámetros de la modernidad capitalista. Lo local en Darío no es sólo Nicaragua, es toda Centroamérica y América Latina. Los ensayos que publica a partir de 1911 en Mundial Magazine, dedicados a cada una de los países del sub-continente tienen por objetivo promover la inversión de capital europeo en estos países. El que dedica a Nicaragua, en enero de 1913, además de denunciar la matanza y el dolor a causa de la intervención militar de Estados Unidos, hace un recuento de los recursos naturales y de la infraestructura existente, con vistas a interesar a los europeos a invertir en el país; y así busca evitar que el comercio centroamericano se convierta en monopolio de los Estados Unidos”.
-Desde un extremo opuesto hay quienes lo consideran demasiado contradictorio, ¿qué pensás vos?
“Es un hombre de su tiempo, un tiempo de transición en el que lo viejo aún está allí y lo nuevo no termina de materializarse, una época que ve aparecer los grandes inventos de la ciencia, y la tecnología cuando aún no se ha terminado de dar respuestas a las grandes preguntas, como la continuidad de la existencia después de la muerte. Entonces vemos un Darío moderno que apuesta por la vida secular con todas sus implicaciones, pero a la vez temeroso por creyente. Un creyente que sin apartarse de la verdades de la fe católica emprende otras búsquedas que lo llevan a la teosofía y la masonería, condenadas por la Iglesia, a la que vuelve en los momentos de incertidumbre material y espiritual. Es un convencido de que así como se ha descubierto el Polo alguien descubrirá, como Colón, el más allá, y vendrá de regreso a dar su testimonio. Hoy eso nos parece pueril o ingenuo; pero era un tema que no terminaban de dilucidar muchas de las inteligencias de principios del siglo XX. ¿Cómo no iba el hombre a vivir en semejante estado de incertidumbre si además lo acosó siempre la falta de recursos económicos, más la indiferencia de su país que prácticamente lo convirtió en un perseguido político, en los últimos cinco años de vida, por sus ideas liberales? En lo que siempre persistió, cuando en Nicaragua, todos los liberales había rendido su rey ante el poder de facto, fue en la defensa de la autonomía del país. ¿Que unas veces es radical y otras diplomático? Eso depende de los escenarios en que se mueve como periodista, poeta, diplomático u hombre con una familia que alimentar. Creo que ese es un mérito de Darío, contradecirse, porque siempre está en dudas, en busca siempre. Quienes lo quieren de una sola pieza son los que lo han hecho mármol cuando era carne viva, como nos lo recuerda Ernesto Mejía Sánchez. Por eso afirmo que su identidad es múltiple, performativa, contingente y por qué no, contradictoria. Es decir, humana”.
-Según tu prologuista, el escritor Leonel Delgado Aburto, este nuevo libro tuyo es un aporte fundamental a la biografía intelectual de Rubén Darío... ¿Podríamos considerarlo más bien el inicio de una nueva biografía intelectual de Darío?
“Eso no me corresponde afirmarlo a mí”.
Un torrente de materia fortuita
Es importante subrayar que lo expuesto por Erick Blandón en su obra ensayística no ha sido lo suficientemente reconocido ni tomado en cuenta en las formas de recepción que hasta ahora se imponen en Nicaragua sobre Rubén Darío. Las visiones o concepciones acerca del poeta, en la mayoría de los casos, parecen aún limitarse a la idea de lo nacional y a veces hasta a la mera propaganda.
Según Blandón, la figura de Darío en Nicaragua sigue siendo utilizada con abuso por un discurso excesivamente nacionalista, o por el culto patriótico, y muy pocos tratan de visualizar y disfrutar las riquezas, no sólo de sus ambigüedades intelectuales, sino también de sus contradicciones.
En “Discursos transversales” Blandón aborda directamente al Darío como intelectual de carne y hueso, lleno de contradicciones -bien que mal enriquecedoras- en su práctica discursiva e intelectual; nos lleva a tratar de contestar la pregunta de cómo fue que emergió el escritor Darío en la Nicaragua finisecular decimonónica, y cómo fue que su figura y su herencia intelectual fue “cubierta y neutralizada por la tradición”.
Este libro nos muestra más bien a un Darío heterogéneo, despojado de los oropeles y ornamentos prodigados durante casi dos siglos por la leyenda nacional. Y nos muestra la visión intelectual de un Darío múltiple y enriquecido por sus diálogos, interrogaciones y contradicciones. Nos descubre a un intelectual “integralmente moderno”, formado a contracorriente, dividido entre la modernidad y el empuje primigenio de su continente de origen.
Blandón ha puesto los primeros bloques para la construcción de un nuevo monumento de Darío; un monumento renovado que lo erija en verdadero paradigma del intelectual moderno. Con este libro está tratando de abrirnos paso hacia una plena renovación del estudio, investigación e interpretación de lo que fue el movimiento modernista en América Latina. Pero, sobre todo, nos lleva a transitar por un camino de “innumerables vetas constituidas de materiales diferentes y de matices distintos”, y a no dejarnos sorprender cuando esas vetas nos parezcan paradójicas, contradictorias o variables.
Hay que recibir con entusiasmo –no exento de polémicas- esta importante obra, que contribuye decisivamente a formarnos una idea más amplia e integral de Rubén Darío –de su figura humana y de su obra intelectual-, como un “filón que no cesa y que se resiste a la petrificación, igual que la vena de un torrente de materia fortuita”
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