Poesía reunida Carlos Martínez Rivas
Noticia de libros en libertad
La publicación de la obra poética de Carlos Martínez Rivas, compilada, reordenada y anotada por Pablo Centeno-Gómez, constituye la noticia editorial del año para la literatura de lengua española de las Américas y España
Por Erick Blandón
No cabe duda. La publicación en un solo volumen de la obra poética de Carlos Martínez Rivas, con el título de Poesía reunida (Managua: Anamá Ediciones, 2007), por Pablo Centeno-Gómez, quien con paciencia y amor franciscanos la compiló, reordenó y anotó, constituye la noticia editorial del año para la literatura de lengua española, de las Américas y España.
Es lo que se dice una “paperback edition” en periódico, para facilitar su acceso, principalmente al público lector de Nicaragua, a los estudiosos y amantes de esta poesía. Por cincuenta y cuatro años sus admiradores esperaron que el poeta les entregara la Obra Maestra. Su negativa dio pie a la maledicencia de los detractores que apostaron a que no habría tal, porque el autor de La insurrección solitaria (México: Guarania, 1953) se sabía incapaz de superarla. Otra noticia, y ésta, mala para los agoreros que verán frustrados sus augurios, porque Poesía reunida es la confirmación incuestionable de que su autor no sólo es el gran poeta del siglo XX en Nicaragua, de nadie un segundo, sino que hoy habrá de colocar a Carlos Martínez Rivas en el panteón de los grandes de nuestra lengua, con Sor Juana y Darío, con Vallejo y Huidobro. Con Machado y García Lorca. Sólo al pie de Góngora y Quevedo, que su poesía proviene de los Siglos de Oro, XVI y XVII.
Pablo Centeno-Gómez, al establecer el “Criterio de esta edición”, declara que ésta reúne casi en su totalidad la poesía que por una vida fue escribiendo y atesorando en fólderes su autor. De manera que lejos de la arrogancia totalizadora, el compilador deja la puerta abierta para una futura y más completa obra poética. Seguidamente, viene un no tan “breve perfil “de Carlos Martínez Rivas, que junto con la valoración del “poeta y maestro” alterna con nutridas citas de los diarios y apuntes del propio Martínez Rivas, las cuales constituyen, tanto como las 214 notas, un material auxiliar e imprescindible para mejor comprender los códigos de esta cifrada escritura. Cierto, Centeno-Gómez incurre en la anécdota; pero con la humildad del “lazarillo” que da fe de la circunstancia y las explicaciones que el propio poeta hiciera en recitales, conferencias, y aun en ruedas de amigos sobre su poesía. No es, pues, la anécdota de quien bajo el paraguas del maestro se autoriza a sí mismo, sino de quien respetuosamente acerca al lector a la mejor comprensión de la materia.
El volumen contiene los libros: “El paraíso recobrado”, “La insurrección solitaria”, “Allegro irato I”, “Allegro irato II”, “Adenda/Juvenilia”, “Traducciones y versiones”, a las que siguen las Notas y una extensa Bibliografía. Nadie que ha leído a Martínez Rivas ignora las partes que conforman: “El paraíso recobrado” y “La insurrección solitaria”. Así que, en esta “noticia”, por falta de espacio, me limito a señalar que las 141 páginas de “Allegro irato I”, contienen catorce secciones; “Allegro irato II” seis partes en 171 páginas; “Adenda/Juvenilia” reúne en 25 páginas los primeros poemas, su nombre lo indica, del joven poeta, más la prosa “Miss Gay Twenties ‘Revisited’”, el retrato en negativo del personaje idealizado por José Coronel Urtecho. Los textos poéticos propiamente dichos de Carlos Martínez Rivas cierran con sus “Traducciones y versiones”, una colección de treinta poemas traducidos libremente por el poeta, que van de Quinto Horacio Flacco, Shakespeare, Byron, Leopardi, Elizabeth Barret Browning, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Ezra Pound, Malcolm Lowry, Charles Wolfe..., hasta el filibustero William Walker.
613 páginas en total, donde el lector puede adentrarse en lo profundo de la obra de un poeta que valora su trabajo por el tiempo que le dedica a crearlo, al refriegue con las palabras, que añade como Góngora, plusvalía al discurso. Y como Góngora, deja al lector la tarea de completar la obra. A la oscuridad, el lector tiene que darle sentido, valor. El poeta necesita entonces un lector cómplice, capacitado para su poesía, y la poesía de Martínez Rivas es clara e iluminada, pero rodeada de noche. Mejor sería decir de claroscuros por barroca, en tanto que poética de la disimilitud y el abismo. Una labor que se ha de aligerar ahora gracias al paciente trabajo que Pablo Centeno-Gómez puso en la construcción de su aparato referencial y bibliográfico.
Las referencias a Martínez Rivas, principalmente en Nicaragua, aluden a su “festivo dominio verbal” , a la “ (c)redulidad del canto puro, que entona con voz segura, aunque irritada, el poeta” . Incluso, Mario Hernández Sánchez-Barba, había puesto la mirada en lo “político” de su insurrección. Pero el volumen de Poesía reunida informa de un continuo rompimiento con la similitud que lleva a identificar su poesía con la diferencia; porque desde su libro emblemático (LIS), notamos que es en la alteridad donde el poeta funda el orden de su libertad y no en la semejanza. No obstante, Sánchez-Barba afirmaba que La insurrección solitaria es en sí un programa político (165) y aseguraba que el verso /Ofrece a tu libertad un orden/ "debe considerarse como el centro expresivo de todo el poemario” (166). Pero Poesía reunida habla de otro orden en Martínez Rivas, el que Foucalut llamaba de los “saberes de la identidad y de la diferencia” (64). Ese orden no es pedido por nadie, es el don que otorga “la forma más ardiente y deliciosa de una virgen”, según lo expresa en “Nabucodonosor entre las bestias” (156-7):
Pero hay un lugar, sólo advertido
por los augustos y colmado de sino inmortal.
Donde la forma más ardiente y deliciosa de una virgen
ofrece a tu libertad un orden. (157).
No es de manera alguna “el orden” de un sistema económico y social. En su poesía Martínez Rivas alude a un lugar y a una aristocracia de inmortales en los que caben Quevedo, Swift, Malcom Lowry, Burns, Byron, Tasso, Heine, Leopardi, Pope. Esos nombres son los que le dan sentido a ese orden que Sánchez-Barba interpretó como el de un proyecto generacional que cambiaría la realidad política de la comunidad latinoamericana. El poema “El deforme Narciso /Salmo” donde incluye a los poetas arriba mencionados, termina con unos versos que expresan la diferencia de tales elegidos con respecto a los demás mortales:
...Con
y entre todos ellos
y otros,
entre los torturados y los cojos
está tu puesto.
Aleluya.
Conviene aclarar que de lo antes expuesto no se puede concluir que Martínez Rivas fuera indiferente a la necesidad de un cambio político y social. Ahí está, entre otros, su largo poema “Amor libre” (333-6), el cual concluye con cuatro versos tomados de las consignas, que fueron bandera de la Revolución Sandinista. También en “Estatutos de la pobreza” (369-96), expresa su dolor y solidaridad con los pobres, que temen comerse en la cena el pan, por no saber si tendrán para el desayuno otro bocado. Tal solidaridad no proviene de la caridad de quien todo tiene, sino de la misericordia de quien es entre los pobres uno más. Identificación con los perdedores en contra de los que se alzan con la victoria. Esta sección del libro llega a veces a hacerse torozón en la garganta, hiriendo las fibras sensibles de quien aún siente el dolor viviente; aunque CMR siempre depara la ironía, el sentido del humor con que abomina y enjuicia la moral filistea y el gusto burgueses.
Esa otredad es aún más radical cuando el poeta se ve precisado a rechazar las opciones que la modernidad le propone. De los apuntes de sus diarios y de los poemas hasta ahora desconocidos, confirmamos lo que ya sabíamos de Carlos Martínez Rivas, que era un hombre que vivía y no se concebía fuera del mundo moderno; pero de una modernidad otra, una opuesta a la de la historicidad del progreso capitalista o socialista. Él buscaba un orden cuya fundación fuera el saber de las letras: la literatura como poder, el cual empieza con Segismundo en La vida es sueños.
Pero ésta era una primicia para anunciar la aparición de Poesía reunida (Managua: Anamá Ediciones, 2007), y no debe el crítico confundir su tarea de estudio. Después de la primera lectura impresionista de dicho volumen, mucho trabajo le espera al estudioso, para aproximarse desde otras perspectivas al pedestal del mendigo, que sólo aspiraba a ser “pordiosero del oficio de Homero”.
University of Missouri-Columbia, 24 de noviembre, 2007.
Extraordinaria la reseña. Erik Blandón piensa adecuadamente cada reglón del sujeto, se aleja del lugar común, realiza argumentos.
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